top of page

¿Limites en los hijos?

Un límite es la manera de decir “Hasta aquí puedes llegar” “Hasta aquí tienes permitido” el límite es el que permite tener orden y una convivencia armónica entre las personas. En el caso del ambiente familiar, los limites señalan hasta dónde puede llegar un niño en su comportamiento. Se establecen de acuerdo con los objetivos, valores, las costumbres y el sentido común de cada familia. Los padres son los encargados de poner las reglas para el funcionamiento en casa y de ahí surgen los límites.


Establecer normas y limites son formas en que los padres o los cuidadores primario le dicen a sus hijos que se preocupan por ellos, que los quieren, que los respetan. Si en la familia se marcan límites y normas adecuadamente entonces se les estará enseñando a los pequeños una manera de convivir adecuadamente con otras personas y sobre todo que ellos también pueden ponerles límites a los demás, lo cual les será de mucha utilidad cuando sean adultos.


Es importante mencionar que los limites no son fijos necesariamente, sino que se deben ir adaptando a cada familia y al desarrollo de los hijos. Es decir, no es lo mismo establecer límites a un niño de 3 años a un adolescente, se espera que mientras los hijos vayan adquiriendo sentido de responsabilidad entonces los límites se vayan modificando de manera que el adolescente pueda sentir mayor independencia y autonomía, pero esto es con tiempo y habiendo establecido las normas y limites desde un principio y de manera adecuada.


Función de establecer límites

Los límites y las normas son fundamentales porque:

  • Otorgan a los hijos sentimientos de seguridad y protección.

  • Los hijos van creando sus propios referentes y van adquiriendo unas pautas de lo que es y no es válido, lo cual les ayudará a ir conformando su propia escala de valores.

  • Ayudan a lograr una convivencia más organizada y promueven el sentido del respeto hacia los demás y hacia uno mismo.

  • Preparan a los hijos para la vida en una sociedad que se rige por restricciones y obligaciones, que deberán aprender a cumplir, por el bien de todos.

  • Ponen restricciones y límites al comportamiento de los hijos y les ayudan a desarrollar, de forma progresiva, la tolerancia a la frustración, es decir la capacidad para poder asimilar el sentimiento de frustración que provocará el hecho de que no siempre les salgan las cosas como les gustaría

Acciones que no son límites

Es frecuente que cuando se escucha “Ese niño necesita límites” se confunda con poner castigos y se utilice la violencia o castigos para que los niños aprendan. Alguno de los ejemplos de aquellas acciones que se realizan pero que no son formas de poner límites son:

Atemorizar: Presionar por medio del miedo es una de las formas más utilizadas para controlar, por ejemplo, cuando decimos “te voy a castigar muy duro” o “vas a ver cómo te va a ir cuando llegue tu papá”. El extremo es cuando le expresamos al pequeño “si no haces lo que te digo ya no te voy a querer” o “ya no te quiero por lo que hiciste”. El temor más grande que tiene el niño es a perder al amor de sus padres y la amenaza de que pueda perder su cariño le deja impotente y descorazonado. S

Culpabilizar: Hay acciones que utilizan la culpa como forma de control. Por ejemplo: “yo que te doy todo y tú no eres capaz de sacar buenas calificaciones” o “yo me mato trabajando y tú no puedes recoger tu cuarto”. Éstas provocan que el niño se sienta muy mal, no hacen alusión directa a lo que debe hacer o a lo que esperamos de él y lo dejan confundido porque no sabe si debe ocuparse de modificar sus acciones o de cambiar los sentimientos de sus padres.

Avergonzar: Se refiere a dudar y poner en ridículo alguna característica propia del niño que evidentemente no puede cambiar. Es criticar su esencia, quien realmente es. La vergüenza le causa un dolor muy profundo, al mismo tiempo le produce desesperanza porque no puede modificar su esencia y rabia porque no lo aceptamos. La vergüenza deja huellas profundas en la autoimagen y en la autoestima del niño hasta la edad adulta.

Rechazar: Rechazarlo es no aceptarlo por quién es, porque tiene características que no nos gustan a los adultos o porque hace cosas que no nos parecen. La mayor parte de las veces, el rechazo que los padres sienten hacia sus hijos es inconsciente, pero se manifiesta en conductas y actitudes hacia ellos. Si un pequeño después de hacer algo indebido le pregunta a sus padres: “¿me quieres?”, la respuesta debería ser: “sí te quiero, pero no me gusta lo que hiciste”

Amenazar: Se refiere a la muy empleada acción en la que ponemos una consecuencia, generalmente negativa, a un comportamiento, pero nunca la cumplimos. Por lo tanto, el niño aprende que lo que los adultos prometen no lo llevan a cabo y que sólo se queda en palabra.

Exceso de premios y castigos: Los premios y castigos son una parte natural de la vida y pueden utilizarse para lograr ciertos cambios, pero si abusamos de ellos pierden toda su efectividad. Cuando los usamos en exceso el niño aprende que no tiene responsabilidades y que puede “cobrar” por todo, le estamos comunicando que no esperamos que coopere a menos que tenga alguna ganancia por lo que hace.


Cómo poner límites

1. El límite debe ser importante para la persona que lo pone: Si el límite no es lo suficientemente importante como para dedicarle tiempo y esfuerzo entonces es mejor no ponerlo, ya que la mayor parte de las veces no cumple su cometido y el niño capta que no es tan importante y que veces se puede cumplir y otras no

2. Deben presentarse de manera clara.

  • Estar centrado en la conducta y presentado de manera positiva: En vez de decir “no molestes a tu hermano” y “no subas los pies al sillón” deberíamos expresar “no le quites sus cuadernos a tu hermano” y “pon los pies en el piso”. Mientras más pequeños sean los niños más cortos deben ser los mensajes. Cuando crezcan podremos discutir las reglas con ellos

  • Deben tener el mismo significado para los diferentes miembros de la familia: No debemos decir “quiero que seas un buen niño y te portes bien” porque el mensaje no es lo suficientemente claro o específico. “Ser buen niño” o “portarse bien” tiene un significado diferente para cada persona y seguramente no hablamos de lo mismo, por eso cuando se establece el límite debe quedar claro que acciones son las que se esperan y que todos lo entiendan para evitar confusiones.

  • Lo que se dice debe ir acompañado de acciones: Si decimos una cosa y hacemos otra el límite no funciona. Cuando le decimos a un niño pequeño que no tire la comida en la mesa, pero al mismo tiempo nos hace mucha gracia y nos reímos, la acción y las palabras no coinciden y el mensaje se pierde porque el pequeño responde a la acción y no a las palabras.

3.El límite debe expresarse por anticipado: Para que un límite sea aceptado y llevado a cabo debe de conocerse con anterioridad. Cuando las reglas del juego están claras y son conocidas con anticipación por el niño él sabrá cómo comportarse.

4.La persona que pone el límite debe estar segura que el niño lo entendió: Para estar seguros de que el menor comprendió el mensaje tenemos que pedirle que repita lo que captó y diga qué es lo que puede o no hacer. Entre más pequeño debemos darle mensajes más cortos y concretos y preguntarle qué entendió.

5.Deben marcarse con afecto: Para poner un límite necesitamos afecto y utilizar el tono de voz normal. Esto lo conseguimos si expresamos la regla por anticipado, así evitamos el enojo

6.Deben ser consistentes: Para que los límites funcionen deben reforzarse constantemente y de manera consistente. Ningún límite se cumple la primera vez que lo ponemos. Hay que repetir las cosas hasta que los conceptos o el comportamiento formen parte de la vida diaria del niño y se vuelvan automáticos

7.En límites firmes se deben especificar las consecuencias: Cuando ponemos límites firmes debemos establecer las consecuencias por anticipado, al mismo tiempo que ponemos la regla. Su objetivo es que ayuden al niño a comprender el efecto que tienen sus acciones en el mundo que lo rodea. No se trata de castigar sino simplemente de poner las cosas en su estado natural o de volver a poner en orden lo que está mal


Para mayor información puede consultar a:

Murow, E., y Verduzco. A. (2001). Cómo poner límites a tus hijos sin dañarlo. Editorial Pax Méxic

3 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page